Educar y respirar

En la pedagogía Waldorf se trabaja con el principio de la respiración, esto quiere decir que todo proceso necesita de una fase de inspiración y otra de exhalación. Necesitamos ambas fases para poder estar sanos y, cuando se trata de educación, la capacidad de alternar actividades o incluso actitudes que concentren con otras que expandan... es un regalo que hace de la enseñanza el arte de la fluidez....

domingo, 4 de noviembre de 2012

La autoevaluación en la escuela

Hoy me gustaría hacer una reflexión sobre el uso de la autoevaluación en la escuela.

En mi opinión, la evaluación es una herramienta que ayuda a los docentes y a los alumnos a darse cuenta de si el proceso de enseñanza aprendizaje está funcionando o no, y qué cosas hay que cambiar para que funcione mejor.

Cuando la prueba de evaluación sólo evalúa contenidos, que son corregidos por el maestro, para dar como resultado único una calificación, ¿qué información estamos dando al alumno? ¿Dónde reside la objetividad de esta evaluación? ¿Ayuda esto al alumno a comprender su proceso de aprendizaje?

 Podemos diseñar formas de evaluación de manera que los propios alumnos puedan darse cuenta de cómo ha sido su proceso y qué resultados ha tenido, y puedan expresar cómo se han sentido y qué cosas cambiarían de este proceso. Esto es una información muy valiosa para el profesor, que puede así darse cuenta de sus propias equivocaciones y cambiar.

Cuanto más partícipe es el alumno del proceso de evaluación, mayor es la conciencia y la responsabilidad que toma sobre su aprendizaje. El alumno necesita poder expresarse, poder ver dónde se ha equivocado y autocorregirse, ser consciente de qué es lo que necesita para aprender más y qué es lo que verdaderamente le interesa.

Una corrección externa puede dejar malestar y poca conciencia, sin embargo, la autocorrección permite sentir que uno mismo sabe la respuesta correcta.

La autoevaluación tiene que ver con la capacidad de percibirse a uno mismo y tomar conciencia de qué cosas quiero cambiar y cómo puedo hacerlo. Esto genera un impulso desde el propio interior hacia el cambio.

Podemos extrapolar este pensamiento a cosas más concretas, por ejemplo, cuando un niño está aprendiendo a escribir. Al principio escribe las cosas tal como suenan, ¿qué pasaría si hubiese alguien a su lado que lo corrige constantemente? ¿Y qué pasaría si él mismo descubriese, un poco más adelante, la forma de escribir esas palabras?  ¿Cuál es la diferencia entre un proceso y el otro? ¿Quién está activo en el primer proceso, el niño o la persona que lo corrige? ¿Quién está activo en el segundo proceso?


Estas reflexiones tienen que ver tanto con la escuela como con la vida misma, con la educación en casa, con cualquier proceso de aprendizaje, si bien sería muy interesante que los docentes reflexionáramos seriamente sobre el efecto de las calificaciones sobre los alumnos y su dudosa  validez a la hora de facilitar el aprendizaje.



Artículo publicado por misait 

Sara Justo Fernández
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf.
http://www.sarajusto.com/


No hay comentarios:

Publicar un comentario