En este artículo lo voy a relacionar con la enseñanza de las
matemáticas, que es el tema que nos ocupa pero, en realidad, es un
enfoque que sirve para cualquier tema que queramos tratar con los
niños, tanto temas emocionales como académicos.
Hay varios motivos que se relacionan con el valor de lo imaginativo: por un
lado, los niños aman los cuentos y los viven en primera persona,
sintiendo cada emoción que sienten los personajes, identificándose
con ellos, reconociéndose, experimentando sus aventuras. Esto hace
que haya un componente emocional muy grande en cada historia y que la
vivencia perdure en el tiempo y también en el alma del niño. Por
otro lado, el lenguaje de los niños, la comprensión que tienen de
la vida, se parece mucho más a algo imaginativo que a una
descripción objetiva de un concepto.
Veamos
un ejemplo:
Intentemos
explicar a un niño de cinco años la multiplicación.
Podemos
explicarlo de forma conceptual y verbal: una multiplicación es la
operación matemática que acumula cierto número de veces una
cantidad concreta. Podríamos utilizar palabras más cercanas al
niño, pero en cualquier caso lo llevaremos a su mente, y su cerebro,
recién estrenado, es posible que se canse y se pierda a mitad de la
explicación. O quizá pueda comprenderlo pero sin asociarlo a la
experiencia real de la multiplicación.
Otra opción puede ser contar un cuento en el que haya un personaje que ama las piedras preciosas, y lo caracterizamos como alguien muy ordenado, muy atento, describimos en detalle su físico, su carácter, y explicamos que, para saber siempre cuántas tiene, las va acumulando en saquitos donde caben cierto número de piedras (por ejemplo cinco), y luego va contando los sacos que tiene (por ejemplo 3) y en su cabeza ya sabe cuántas tiene en total. ¿Cómo lo hace? Sabe que tiene cinco piedras tres veces. Ese personaje va a ser una vivencia para el niño, va a ser un recuerdo, un ser amado, y a la vez, el carácter de la multiplicación. Muchos niños al final del cuento dirán que tiene 15 piedras, aún no pueden explicar cómo lo han hecho, pero ya han empezado a multiplicar.
En
el día a día en la escuela, observo cómo los conceptos que han
sido presentados en forma de imagen se comprenden mucho mejor, y se
trasladan a la vida instantáneamente, haciendo que los niños
generalicen su conocimiento y realmente entiendan cada concepto.
En
el área de matemáticas yo diría que es dónde menos se utiliza y
más se necesita. De hecho, es mucho más difícil encontrar una
imagen adecuada y trabajar con ella que explicar a los niños de
forma mecánica cómo realiza cualquier operación en un papel, pero
en ese camino fácil no hay comprensión. La mecanización del
cálculo es un paso importante, pero es primordial que suceda después
de la comprensión de lo que se está haciendo.
Es
por eso que me he decidido a publicar mis apuntes de estos años,
pues veo a niños felices que aman y entienden las matemáticas.
Francamente no soy una experta en matemáticas, pero creo que puedo
ayudar a dar otra perspectiva a la manera en que se enseña esta
materia en los primeros años, y me gustaría, desde la mayor
humildad, que esto pudiera ayudar a maestros y a niños a disfrutar
plenamente de la magia de los números.
Estos
apuntes tendrán forma de cuento con guía pedagógica para padres y
maestros y verá la luz un día de estos, os mantendré informados...
Sara Justo Fernández
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf.
http://www.sarajusto.com/
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf.
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