Hace unos días tuve un momento de iluminación; observaba a mis alumnos mientras dibujaban en sus cuadernos una figura geométrica que había en la pizarra. Y me di cuenta de que varios niños, que unos meses antes no eran capaces de reproducir la forma por si mismos, ese día sí que lo conseguían.
Y entonces pensé que yo no había intervenido de forma directa en ese aprendizaje, no les había dado indicación ni técnica alguna. Lo habían conseguido por si mismos, a través de la práctica y su propio proceso interior. Me maravillé al pensar lo hermoso que es ver cómo el ser humano aprende
sin más, en el momento preciso en que está preparado para ello.
Y empecé a recordar otras experiencias, por ejemplo, explicando matemáticas. Hay niños que tienen un ¡eureka! casi instantáneo, sin necesidad de explicación alguna. Hay otros que no, y mientras tú como maestro estás buscando un modo distinto de explicar algo, ellos están en su interior, intentando entender a través de sus propios razonamientos, aquello que están percibiendo. Es más, incluso cuando encontramos otras maneras de explicar lo mismo, si no es su momento, no sucederá absolutamente nada. Y, sin embargo, un mes después, con la más simple de las explicaciones, o sin más, de forma repentina, lo van a entender y lo van a hacer suyo.
En otra ocasión, explicando el minimo común múltiplo, eran ellos, mis alumnos, los que daban definiciones de lo que podía ser aquello. Y entre todos, consiguieron explicar qué era y para qué se utilizaba. Esto ya en sí mismo es impresionante, pero lo que verdaderamente me dejó boquiabierta fue cuando pregunté si podían imaginar qué sería el máximo común divisor y una alumna me contestó con la definición exacta y también explicó, deduciéndolo del concepto anterior, la forma de hallarlo.
Y pensando sobre todo esto llegué a la siguiente conclusión; no se puede "enseñar" matemáticas, en realidad, aún estoy reflexionando sobre si se puede enseñar ninguna materia en absoluto...
¿Y entonces? ¿En qué consiste ser profesor? ¿Qué significa ser maestro? Y la respuesta que me llega es aquel que presenta nuevas situaciones, nuevas experiencias, aquel que va encendiendo el fuego de la pregunta, de la curiosidad, aquel que va abriendo ventanas y puertas por las que se ven infinitas opciones que pueden ser exploradas.... y sobre todo, aquel que consigue mantener intacta la inocencia infantil, las ganas de investigar el mundo, y que no mata con el mayor de los tedios, la reprobación y la repetición de conceptos lejanos, ese espíritu de búsqueda que vive en el corazón de los niños.
Y esa persona amable y cercana que te acompaña, con la que te sientes a gusto, y que confía en que eres capaz de conseguir todo lo que te propones...
Ahí es ná...
Sara Justo Fernández
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf
http://www.sarajusto.com/
Reflexiones sobre educación y cómo acompañar a la infancia de forma consciente.
Educar y respirar
En la pedagogía Waldorf se trabaja con el principio de la respiración, esto quiere decir que todo proceso necesita de una fase de inspiración y otra de exhalación. Necesitamos ambas fases para poder estar sanos y, cuando se trata de educación, la capacidad de alternar actividades o incluso actitudes que concentren con otras que expandan... es un regalo que hace de la enseñanza el arte de la fluidez....