Hoy
quiero compartir con vosotros la importancia del desarrollo emocional
y su relación con un cambio social profundo y muy necesario.
Hace
apenas varias décadas, se consideraba la expresión de la mayoría
de las emociones como signo de debilidad y se enseñaba a los niños
a reprimirlas o a ignorarlas. Era una tendencia general que todavía
se refleja en muchos de nuestros refranes y sabiduría popular, y que
vive en la mayoría de nosotros, de una forma u otra.
Afortunadamente,
este punto de vista está empezando a cambiar, y surgen estudios en
varios campos que muestran la necesidad del ser humano de ser
consciente de sus emociones y de expresar todo este mundo que vive en
nuestro interior, de la mejor manera posible, para poder llevar una
vida plena y feliz.
Es
primordial aprender a acompañar a los niños en el descubrimiento de
sus emociones y de cómo gestionarlas. Y precisamente por nuestra
propia educación y todo lo que hemos heredado, es un trabajo muy
delicado, que requiere de gran atención y conciencia.
Los
niños son un regalo extraordinario, cuando son muy pequeños
expresan todo lo que sienten sin los filtros de la moral, el juicio o
el qué dirán. Sin embargo, al observar nuestra reacción, captan
rápidamente qué emociones consideramos positivas y cuáles
negativas, y esto hace que, según su carácter, se adapten y
expresen solo aquello que se considera positivo, o, al contrario,
expresen lo negativo para obtener nuestra atención. Y así, empiezan
a dejar de tener una relación natural con sus propias emociones.
¿Qué
podemos hacer? En primer lugar, observar qué emociones consideramos
negativas o positivas, e intentar llegar al origen de esta creencia.
Quizá en nuestro hogar estaba permitido enfadarse pero no estar
triste, o al revés. Quizá la alegría y el alboroto no estaba bien
visto, por alguna circunstancia, pero la tristeza y la preocupación
era algo noble y loable.
Si
conseguimos tomar conciencia sobre todo esto ya estamos cambiando
nuestra manera de relacionarnos con nuestras emociones y con las de
nuestros hijos y alumnos.
Todas
las emociones son importantes, incluso aquellas que nos parecen la
causa de los mayores males de la sociedad. Por ejemplo, la rabia nos
trae un mensaje, nos dice que tenemos una necesidad que no ha sido
satisfecha, y es posible que tampoco haya sido expresada ni
escuchada. Si conseguimos hallar el origen de cada emoción, es
probable que hallemos la solución. Pues el papel de las emociones es
precisamente ese; señalar aquello que nos toca el alma para
conocernos mejor y para saber qué necesitamos realmente.
Cuando
no juzgamos nuestras emociones y nos permitimos sentirlas, podemos
también acompañar a los niños en su sentir, y ayudarles a tirar
del hilo para ver qué necesidad está detrás de cada emoción.
Llegados
a este punto quiero hacer una distinción importante entre sentir una
emoción y actuar llevado por una emoción. No es lo mismo. Cuando
siento una emoción, percibo el mensaje que hay detrás y busco la
manera de solucionar la situación. Cuando actúo desde una emoción,
no pienso ni busco nada, simplemente actúo, y posiblemente no
solucione nada.
Es
un trabajo personal que requiere gran esfuerzo, pero tiene un valor
inestimable, tanto para uno mismo como para las personas que nos
rodean. Y lo mejor es que algunos niños aprenderán todo esto
simplemente por imitación, gracias al ejemplo que les damos con
nuestro intento por saber más de nosotros mismos, nuestro intento de
ser más conscientes.
Una
vez estemos en este proceso, podemos intentar acompañar a los niños
en el desarrollo de su mundo emocional. Es muy importante no teorizar
sobre esto con ellos, especialmente si son muy pequeños.
En
edades tempranas podemos simplemente estar a su lado y ayudarles a
reconocer cada emoción sin juzgar. Si actúan de forma dañina para
ellos mismos o para los demás, por supuesto hay que poner un límite
y decir que esto no ayuda, y proponer quizá una solución más
tarde. En este caso es importante acoger la emoción a la vez que se
pone el límite.
Se
puede también contar una historia que refleje de algún modo la
situación y que exprese las emociones de todos los niños implicados
en ello; en este caso hay que ser muy sutil, evitando detalles que
les haga reconocerse de forma demasiado directa.
Una
imagen vale más que mil palabras; es más fácil entender al otro en
una situación imaginada, en un cuento, que intentar entender su
dolor cuando entra en conflicto con mi necesidad en un momento dado.
Por esta razón, el valor emocional del cuento, reside en el simple
hecho de escucharlo, pues la imagen vivirá en el niño hasta que,
cuando esté preparado, la conecte por si mismo con situaciones que
le suceden en su vida diaria, y así tendrá una fuente de posibles
soluciones y de comprensión que no estará relacionada con el juicio
ajeno ni con el sentimiento de culpa, tan nocivo para el ser humano.
En su lugar, al percibir algo desde su propia actividad interior,
desarrollará el sentido de la responsabilidad y la autoconciencia.
Un
trabajo muy valioso que se puede hacer con los niños cuando son un
poco más mayores, a partir de los 9 años, es tratar cada emoción
por separado, y pedirles que piensen en algún momento que se hayan
sentido así, y que lo reflejen mediante un dibujo. Es muy curioso
ver cómo se relaciona cada niño con sus emociones, y cómo hay
algunas emociones que no consiguen reconocer en sí mismos. En estos
casos se les puede preguntar si han visto a alguien sentirse así, y
que describan esa situación.
Más
adelante, quizá con 10 u 11 años, ellos mismos explicarán cómo se
sintieron, qué hicieron en cada caso, y cómo les fue, buscando una
solución alternativa en caso necesario.
De
este modo, los niños aprenden a relacionarse con sus propias
emociones y las de los demás de un modo sano, encontrando soluciones
y caminos para relacionarse desde la comprensión, sin dejar de
expresar aquello que necesitan.
Es
por ello que creo que este trabajo es primordial, y que cuando
consigamos relacionarnos con los demás de este modo, también
seremos capaces de transformar la sociedad en la que vivimos en un
mundo más consciente y feliz para todos.
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf
http://www.sarajusto.com/
Escrito con una delicadeza y entender especial. Espero que llega a un público susceptible y listo para tu sabiduría. Sx
ResponderEliminarMuchas gracias por tu hermoso comentario
EliminarGracias Sara, por escribir de forma tan descriptiva la importancia de las emociones tanto en la vida del adulto como en la del niño. El trabajo de reflexión que tu has hecho me inspira para continuar observando me en el día a día del colegio.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tus palabras :)!
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