Educar y respirar

En la pedagogía Waldorf se trabaja con el principio de la respiración, esto quiere decir que todo proceso necesita de una fase de inspiración y otra de exhalación. Necesitamos ambas fases para poder estar sanos y, cuando se trata de educación, la capacidad de alternar actividades o incluso actitudes que concentren con otras que expandan... es un regalo que hace de la enseñanza el arte de la fluidez....

domingo, 28 de octubre de 2012

Educación viva

Además de la importancia de la creación del vínculo entre el maestro y el alumno, también es muy interesante el vínculo entre el alumno y el contenido de la materia de aprendizaje.
En la escuela donde trabajo, que tiene como fundamento la pedagogía Waldorf, todo el currículum y la organización de las clases están orientados hacia una enseñanza “viva” de las materias. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que se crean experiencias de aprendizaje donde los niños experimentan, juegan, representan y crean una relación anímica con los contenidos.
La diferencia estriba en que el niño, en vez de ser un sujeto receptor de los conocimientos, es activo, busca, investiga, experimenta y descubre. Esto tiene como consecuencia directa una impresión imborrable en la memoria del niño. Es como la diferencia entre leer la receta de la lasaña y hacer una lasaña. La experiencia activa hace que recordemos las cosas con mayor precisión y claridad.  ¡Y qué buena está la lasaña que ha hecho uno mismo!
Este tipo de experiencias crea una relación íntima con los contenidos y también con los compañeros y con los maestros. 
Durante un tiempo estuvimos yendo a observar unos árboles que crecían cerca de la escuela. Los cuidábamos, los dibujábamos, investigábamos sobre ellos en libros de texto y preguntando a la gente del barrio, escribíamos sobre ellos. Para los niños, estos árboles eran los árboles más magníficos y maravillosos del mundo, y los cuidaban con una ternura increíble. Y esto creó un vínculo muy hermoso con la vida y además un interés profundo por todo el mundo natural. A partir de este momento, los niños investigaban por motivación propia y cada día uno u otro me explicaba que había encontrado un nuevo tipo de árbol que no conocía en su barrio, o que había ido al botánico y había visto árboles tropicales…
Cuando se consigue establecer este vínculo anímico entre la materia y el niño, aflora de forma espontánea el entusiasmo, y la motivación por aprender proviene de lo más profundo del niño.






Artículo publicado en misait
Sara Justo Fernández
Maestra Waldorf
Formadora de maestros, especialista en pedagogía Waldorf.
http://www.sarajusto.com/




No hay comentarios:

Publicar un comentario